viernes, 27 de enero de 2012

Prologo

El coche, paro justamente enfrente de la gran casa, la fachada de color marrón estaba rodeada por una gran valla de ladrillo que impedía la entrada o salida de las personas, a no ser que entraras por la gran puerta de madera que había, algunos coches entraban ya y de ahí montones de alumnos de edades entre los 6 y 17 años bajaba, con grandes maletas, algunos con la cabeza gacha, otros demasiado orgullosos , el coche empezó a entrar, y cuando se abrió la puerta para dejarme salir mi único pensamiento fue… ESTO ES UNA MIERDA,  y lo era,  solo podía pensar en una cosa: mi madre, mi odiada y perfecta madre me había encerrado aquí.                                                                         
–Señorita- la voz de Dave, el chofer me saco por un segundo de todos mis pensamientos, solo me gire para mirarlo.- La señora Casandra, la directora del centro- aclaro cuando lo mire con ambas cejas levantadas y la boca entreabierta- la espera el su despacho- su voz solo calmada, suave, como casi siempre que hablaba, parecía que no hubiera un mañana.                                                   
–Está bien…- mi voz sonó forzada,  y mis ojos solo estaban pendientes del montón de críos, que entraban y salían, parecían realmente felices ahí con sus amigos, cerré los ojos,  tenia… MIEDO, PANICO, todo parecía enorme a mi lado, ande, con cuidado de no tropezar, solo pensando que si caía, el internado entero se reiría de mi… de mi torpeza y todo lo que se podía imaginar.                                                                                                                                                          
La entrada del lugar estaba pintada de un tono amarillo, pastel, en medio de la sala una alfombra marrón, algo más oscura que el suelo, a mi alrededor muchos entraban y salían, como si ese lugar fuera suyo, dejadme decir mi opinión, ese lugar, esa gente, todo lo que me rodeaba parecía tonto… al igual que yo, solo parecía una gilipollas en medio de un lugar enorme, una gilipollas que nunca tendría amigos, nada dentro de ese internado.                                                                                 
Ande con cuidado junto a Dave hasta llegar a el despacho, dentro se oia la voz de una mujer, una voz  que gritaba y refunfuñaba, cuando la puerta se abrió para dejarme pasar me encontré en un despacho bastante simple y elegante, con muebles alrededor de una mesa de madera, con pequeños adornos tallados y muchos papeles, en una de las sillas se encontraba un chico de pelo negro y ojos azules,  que demostraban más que arrepentimiento diversión, el uniforme que llevaba tenia las mangas subidas, dejando ver un cuerpo realmente… ESTUPENDO…  alrededor de él, una mujer de unos 30 años gritaba, su pelo estaba recogido un moño alto y apenas dejaba caer algún que otro mecho castaño, en los ojos de la mujer, de color marrón se veía con claridad la impotencia que sentía.                                                                                                                                              
–Alexander, puedes retirarte- digo mientras se sentaba  y alisaba las arrugas de su traje negro. -Que tenga buen día señora directora- digo el chico, con tono de mofa en su voz, como si hubiera contado el mejor chiste del mundo, salió de allí, y cuando los ojos de la señora directora se posaron en mi único pensamiento fue… GRACIAS MAMA